Buenos Aires a ritmo de tango, fútbol y con el pensamiento en El Vaticano

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Por: Piedad Granados. Para recorrer la capital argentina hay que armarse de mapa en mano y no dejar pasar detalle de cada uno de los lugares que merecen ser visitados.

Cuando los acordes del tango comienzan a sonar, el fútbol se convierte en tema obligado de conversación y el aroma de la parrilla estimula el apetito,es porque se acerca la bella Buenos Aires, la misma que lloró de felicidad el día que Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa.

En Buenos Aires siempre hay vida, a cualquier hora del día o de la noche las rutas de los autobuses circulan por las principales avenidas al igual que los taxis. Yo, como turista recién llegada me decidí por el tren de vagones que se mueve por debajo de la urbe y es muy económico. El «Subte», como fue bautizado, cubre varias rutas y, como muchos de los servicios metropolitanos del mundo, no tiene el mejor aspecto pero se gasta poco tiempo en portar a los pasajeros a su destino.

Generalmente la primera parada se hace en pleno corazón de la ciudad, en el cruce de la Avenida Corrientes y la 9 de Julio donde se exibe El Obelisco, una torre de 63 metros de alto que fue inaugurada el día que la ciudad cumplió sus primeros 400 años. Me sentía minúscula en ese inmenso valle, pero mi cámara fotográfica no paraba de disparar tratando de descrestarme a mí misma con unas buenas imágenes.

La caminata continúa por la Avenida Corrientes buscando la Calle Florida, una ruta peatonal que se conoce como una de las más activas de Buenos Aires. Antes de encontrarla se cruzan llamativos y coloridos anuncios de teatros que con inmensas pancartas iluminadas invitan a funciones para todo público y para todos los bolsillos. Imposible no mencionar el Teatro Colón, que se encuentra por la misma avenida 9 de Julio y es uno de los más grandes y lujosos del mundo.

Un poco ignorante en cuanto a actores y obras teatrales de Argentina, continué mi camino hasta que tropecé con una vía llena de gente, de ruido, de voceros de casas de cambio y de ambiente comercial. La Calle Florida es eso:locales de ropa, zapatos, joyas, accesorios, perfumes, libros, restaurantes y cuanto se busque como recuerdo de la visita. La mirada se distrae continuamente y también el oído, pues no es raro encontrarse con artistas callejeros que logran seducir al caminante con sus impresionantes imitaciones, composiciones o actuaciones. Los acordes del tango ya empezaban a seducir mis oídos.

Aunque esta travesía parezca interminable por la cantidad de sorpresas que se atraviesan a lado y lado, uno termina aterrizando en la Plaza de Mayo, la misma donde cada jueves se reune un grupo de madres y abuelas de jóvenes que desaparecieron en los temibles días de la dictadura argentina. Esta plazoleta es casi que el lobby de la Casa Rosada, es decir, del lugar de despacho de la Presidencia de la República. Como monumento, es bello.

Lista para tomarme un cafecito, mi mapa me indicó un lugar histórico no solo por sus años de construído, sino por la cantidad de figuras del arte, las letras y la música que sehan dado cita allí para darle vida a sus obras. El «Café Tortoni» es uno de los escenarios más apetecidos por los extranjeros que llegan a Buenos Aires. No sé si la silla en la que me senté le dió la inspiración a Jorge Luis Borges para alguno de sus escritos, o si más bien desde allí aplaudieron tantas veces a Carlos Gardel. De lo que sí estoy segura es que la belleza de su decoración y el aire de historia que se respira allí, se quedan registradas en el disco de la memoria e insisten en repetir la dosis como el adicto que no se conforma con una sola prueba.

El rápido paso por la calle de los teatros en el centro de la ciudad me dejó un tanto antojada de entrar en esos mundos fantasiosos que se viven en las tablas. Mi mapa pareció leerme el pensamiento y señaló «Ateneo», una particular librería que se instaló en lo que alguna vez fue un teatro y que aún guarda la decoración original. En el área que fue el auditorio y en los corredores del segundo y tercer piso se exhibe todo tipo de literatura, música y por supuesto material audiovisual. Sentí como si aún los actores deambularan por el escenario al ver decenas de visitantes que aún sin comprar libros tienen derecho de sentarse en los palcos o en el lugar que prefieran para devorar letras. Fue una resfrescante respuesta a la sed literaria que en ocasiones me ataca.

Luego de cerrar literalmente la página apareció ante mis ojoscomo un dibujo de infancia claro y colorido, «Caminito». Un par de cuadras con humildes casas todas pintadas de distintos colores y diseños y que según la historia es el lugar a donde llegaron los inmigrantes europeos en la post guerra, es destino obligado para pasar un día. Su cercanía con el estadio del equipo de futbol Boca Juniors y la continua presencia de extranjeros, hace que el lugar sea un hervidero de comercio pero también de arte callejero y gastronomía popular.

Me dejé seducir por los bailarines de tango que se contonean sensualmente en las estrechas calles invitando al espectador a verlos, a sentir su pasión y caí en la trampa. Una foto, otra foto con ellos y los pesos argentinos vienen a parar en sus bolsillos. Aún así, Caminito me dejó el dulce sabor de lo sencillo, de lo tradicional de los pueblos turísticos.

No quería perder ese dulce gusto por lo típico y aprovechando que era domingo me fuí para San Telmo. Al llegar me sentí en La Candelaria, ese popular barrio bogotano que resulta tan atractivo para cualquier ojo. San Telmo tiene esa magia. Es un lugar cálido, donde cada fin de semana se reunen cientos de artesanos, teatreros, coleccionistas de antiguedades y toda clase de artistas en una especie de mercado de pulgas. Todo está expuesto en vitrinas improvisadas que llaman la atención de cualquier manera e invitan a ser partícipe de la alegría que allí se vive.

Después de lo popular y tradicional decidí subir de estatus y deshacerme de una buena parte del presupuesto. Me fuí al exclusivo centro de negocios y gastronomía que se conoce como Puerto Madero. El lugar es acogedor, por donde quiera que se le mire hay para deleitar el ojo y el estómago. De un lado una cantidad de restaurantes con exquisistas preparaciones para satisfacer paladares exigentes, y del otro, imponentes edificaciones empresariales y habitacionales que completan el panorama. En medio de los dos, corren tranquilas las aguas del Rio de la Plata.

Obviamente la carta de los restaurantes en Puerto Madero es bastante nutrida principalmente de carnes y de vinos y fue justamente aquí donde vine a comprobar lo que se envidia en otras mesas del mundo. Los cortes de carne y la calidad, no tienen comparación. Debo decir que Puerto Madero tiene el poder de atraparlo a uno hasta exprimirle el último de los pesos de la cartera. Todo es delicioso, todo es lujoso, todo es delirante, pero cuesta.

Ya entrados en gastos imposible no darse un paseo por la Recoleta, uno de los antiguos y tradicionales barrios de Buenos Aires. Allí lo ideal es caminar por entre las amplias avenidas, hacer «shoping» en los centros comerciales, tomarse una cervecita en el Hard Rock, visitar los museos, entrar a la Biblioteca Nacional, tomarle fotos a la gigante flor metálica y terminar en el cementerio. Pero en el Cementerio de la Recoleta, un lugar donde paradójicamente no se siente el particular aroma de la muerte, más bien es otro atractivo que invita a admirar su belleza arquitectónica, su historia y sus personajes. Allí reposa la muy admirada Evita Perón y una cantidad de ilustres ciudadanos argentinos que cambiaron el plano terrenal gaucho por el de la tranquilidad eterna.

Imposible despedirse de la tierra de Messi y Maradona sin darse una buena dosis de fútbol. Para los aficionados cada palabra pronunciada por los conductores de las visitas guiadas por los estadios tendrán sonatas especiales y los museos que reposan en la Bombonera y el Monumental serán verdaderos templos. Allí encontrará hasta los más mínimos detalles de la historia que han escrito el River Plate y Boca Juniors, y por supuesto en el Monumental sentirá el sabor del triunfo de la victoria de Colombia sobre Argentina hace un par de años.

SAM 0390

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