El espíritu de Galán me llevó a reflexionar y a actuar: Kike Patiño

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Kike pqPor: Jorge Consuegra (Libros y Letras) Enrique «Kike» Patiño se mete en los angustiosos últimos días de vida del líder político Luis Carlos Galán en su novela Ni un paso atrás.

Ni un paso atrás es una novela histórica que conmueve, que se mete en las entrañas del lector y lo pone a pensar, a reflexionar. Pero especialmente los últimos días del candidato presidencial son los más duros de esta historia novelada, pues hay días de amargura, de soledad, de angustia…y, aunque no se crea, de esperanza.

Enrique Patiño desde siempre ha sido escritor y combina su trabajo con el de periodista y fotógrafo, oficio este último que lleva en el alma.

– ¿Primero fueron los cuentos y luego las novelas?

– Primero fueron los cuentos, después el periodismo y ahora las novelas. Y en el germen de todo, la poesía. La brevedad de los cuentos y su capacidad de transmitir en pocas palabras, así como la agilidad del periodismo tienen ahora cabida y fluidez en las novelas. Sin embargo, la novela es un universo distinto: todo lo demás sirvió para llegar a ella, pero escribir una novela es crear un mundo nuevo.

– ¿Cuál es la gran dificultad para poder escribir una historia tan corta como un cuento?

– Saber dosificar: decir las cosas en su momento justo para que todo lleve a destino. Es igual que los atletas de 800 metros planos: hay que darlo todo hasta el límite, pero hay que saber cuándo hacerlo.

– ¿Por qué los cuentos fascinan tanto?

– Los buenos cuentos logran envolver pronto al lector y no permiten que se vaya de nuevo a la cotidianidad. Son como una cobija que cubre de inmediato al que los aborda. Bajo ese calor, es casi imposible resistirse.

– ¿A qué edad empezó a crear los primeros cuentos?

– Dicen mis padres que contaba cuentos para dormirme en las noches cuando a ellos se les agotaban los que sabían. Ya no los recuerdo. Pero sí sé que en un periodo al filo de los dieciocho años en el que viví en el exterior la soledad fue tan grande que comencé a escribir sobre lo que no tenía para sentirme acompañado.

– ¿Qué temas abordó en esos primeros intentos de escritor?

– Giraron alrededor del país que había dejado atrás y del agua que no veía. Nací en Santa Marta y la relación con el mar fue intensa: mis historias giraron en torno a pescadores y naufragios y mis poemas iniciales tocaron el tema del agua y su impacto en el ser humano: capitanes, quillas, proas, orillas y playas poblaron mi imaginación entonces.

– ¿Se siente como pez en el agua más en la fotografía que con la literatura?

– La sociedad actual nos ha llevado a especializarnos. Cada vez que en el periodismo me enfocaba en un tema pensaban que ese era mi énfasis. Pero se puede crear desde todos las artes: la fotografía complementa mis preocupaciones, me emociona, es parte de mis afectos y nace del respeto que les tengo a mis colegas. Pero creo que la literatura es el océano en el cual más a gusto me muevo.

– ¿Cómo apareció la primera imagen para escribir La sed?

– De una fotografía, precisamente. De un hecho real en Sudán que mostraba a una familia migrar de su pueblo porque el agua se les había acabado. Me pregunté entonces ¿Adónde nos iríamos todos si un día el agua terminara? ¿Cuál es el destino si la necesidad real más importante de todo ser humano deja de ser una seguridad y se convierte en un imposible?

– ¿Esta novela es más que un llamado de atención para que tomemos conciencia sobre la importancia del agua?

– La narración lleva al lector a vivir la angustia de un mundo en el que el agua ya es un bien ausente. No pocas personas me han dicho que sintieron esa sed creciente a medida que avanzaban en sus páginas y tuvieron que tener un vaso de agua a su lado para que los acompañara en la lectura. Eso, indirectamente, es tomar conciencia. Cuando las campañas dejan de ser efectivas, la literatura puede ser la solución.

– ¿La sed es una novela que duele, que lastima, y esa fue su intención cuando empezó a escribirla? ¿Que nos doliera en el alma?

– Confieso que quise hacerla optimista, pero a medida que la escribía, la historia me fue llevando a las profundidades y sombras del ser humano y a ver que no había opción distinta a plantear un escenario de enfrentamiento, desolación y reencuentro en el que aflorara tanto la vileza como la más pura bondad del ser humano. A mí me dolió en el alma.

– ¿Por qué una novela sobre Luis Carlos Galán?

– Porque las historias que hemos contado como país son de narcotraficantes y villanos, y hemos echado al olvido a los héroes que de frente lucharon por hacer posible otro país. Todos los niños saben hoy quién fue Pablo Escobar, pero su más aguerrido rival, el hombre que se le plantó de frente, Luis Carlos Galán, sigue siendo desconocido para muchos. Y eso que su asesinato ocurrió hace tan solo 25 años.

– ¿Qué fue lo que le atrajo de este enorme personaje de la historia?

– Su grandeza y su vida vivida al límite, como si hubiera entendido que moriría joven: durante la investigación para la novela histórica entendí que fue un hombre que entendió su tiempo y se adelantó a todo, que estudió con rigor cada tema y profundizó en el país, que tenía una ética sólida y afrontó su destino a sabiendas de que tal vez su valentía no cambiaría nada, pero que la grandeza estaba en intentarlo todo.

– ¿Cuál fue el primer paso que dio para escribir Ni un paso atrás?

– Recuperar los textos de los últimos 45 años en los que se mencionaba algo sobre Luis Carlos Galán, desde sus épocas universitarias hasta su magnicidio: entonces entendí que ahí estaba todo, fragmentado, diseminado como un enorme rompecabezas que era hora de armar y de ordenar. Eran cientos de entrevistas, fragmentos de vida e historias que tenían que ser tejidas con un hilo narrativo. Encontrar todo ello fue arduo. Pero aún más, armar las piezas sueltas.

– ¿Qué fue lo más complicado en el proceso de redacción?

– Como relato periodístico habría funcionado bien. Pero ya decía Mario Vargas Llosa en La verdad de las mentiras que la ficción completa las limitaciones de la vida real. Eso, precisamente, fue lo más difícil: contar literariamente lo que el periodismo no podía completar. Reflejar al ser humano, antes que al héroe, desde su angustia final, sus dudas, su tensión y su soledad, para entenderlo como una persona igual a nosotros, pero decidida a luchar sin tregua hasta el final. Volverlo un relato tenso, fino, lleno de matices, sin perder su veracidad y rigor.

– ¿Es una novela para reflexionar, pensar, criticar, censurar?

– Es una novela. Lo que ocurra con ella debe provenir del lector. Yo, al escribirla, sufrí al entender el país que hemos forjado y el que hemos dejado que sea. El espíritu de Galán me movió a reflexionar y a actuar. Espero que le suceda lo mismo a quien aborde la obra: que sienta el vértigo de una vida luminosa y el dolor profundo de haber frustrado un sueño para entender que siempre es hora de volverlos a construir.

Kike gr

Fotos: Periodismosinafan.com

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